Eduard y Elsa Punset - REDES: El Aprendizaje social y emocional. Las hab...
«Estamos impidiendo que los niños y jóvenes tengan un desarrollo óptimo cuando les privamos del aprendizaje social y emocional». René Diekstra.
Ya es un hecho reconocido que todos aquellos niños que son capaces de gestionar sus emociones, tienen mayor probabilidad de obtener un mejor rendimiento académico y estarán más preparados para el mundo laboral. No obstante según René Diekstra, profesor de Psicología de la Universidad de Utrecht, la educación actual impartida en las escuelas convencionales todavía comete los siguientes tres errores:
1. Parece que no acabamos de entender que la razón sirve de muy poco sin las emociones.
2. Seguimos sin aceptar que lidiamos con una gran diversidad de emociones en las aulas.
3. La jerarquización actual de las asignaturas y los contenidos la arrastramos desde hace siglos y apenas ha evolucionado. Siguen figurando al final de escalafón las asignaturas de carácter creativo y artístico, y siguen prevaleciendo las de ámbito matemático, científico y lingüístico.
Este autor afirma que los centros escolares son necesarios para educar a generaciones que en el futuro vivirán juntas en el entorno social y deberán trabajar en equipo en el entorno laboral. La escuela es el mejor lugar para encontrarse, descubrirse y conocerse. Pero es importante que tomemos conciencia de que varias décadas atrás, la intención de la escuela era preparar a los jóvenes para integrarse en el sistema económico y el mercado laboral. Por suerte, actualmente la escuela mantiene que su objetivo principal es el desarrollo general del niño, incluyendo los aspectos cognitivos, intelectuales, sociales, emocionales y éticos. No obstante, Diekstra hace especial hincapié en que los tres últimos siguen sin aparecer en los planes de estudios como contenidos formales. En otras palabras: lo que figura sobre el papel no acaba de tener una aplicación real.
Debería ser una prioridad enseñar a los niños a autodisciplinarse, a aplazar la recompensa y los pequeños placeres con el fin de lograr un objetivo más relevante o de mayor sentido. Para ello sería esencial que los niños tuviesen clases específicas sobre el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, así como de moralidad y ética.
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